Es increible como los pensamientos nos atrapan sin darnos cuenta. Multitud de pensamientos se disparan de forma automática en nuestra mente y nos desplazan hacia el pasado o hacia el futuro sin que seamos conscientes de tal viaje. ¿Alguna vez has probado a ir por la calle símplemente mirando a tu alrededor, escuchando el ruido de los pájaros, de los coches, mirando los árboles o centrandote en la sensación de tu planta del pie al hacer contacto con el suelo al caminar?
Desde Psicologia i Logopèdia Logos os animamos a dedicar un momento del día a experimentar y sentir las sensaciones que recibimos a través de la vista, el olfato, el gusto, el tacto o el oido.
Elegir un momento en el que podamos estar atentos a nuestras sensaciones (por ejemplo: el sabor de la comida, la sensación del agua sobre nuestro cuerpo al ducharnos, la inmensa variedad de
ruidos que oimos cuando vamos por la calle, etc...). Todo vale, es como un juego en el que experimentamos con nosotros mismos y nos dedicamos a sentir, a sentirnos (lo que huelo, lo que oigo, lo
que veo, la que como o lo que toco). Antes de comenzar tenemos que decidir cuanto rato vamos a dedicarle (el tiempo que dure la ducha, 10 minutos con cronómetro, el trayecto de casa al cole para
buscar a los niños, etc...). Eso sí, tiene que ser un tiempo realista en que podamos estar atentos y centrados en las sensaciones, sin prisas de ningún tipo. Si ponemos esto en práctica veremos
la facilidad del pensamiento para dispararse automáticamente y desviarnos de nuestro objetivo inicial de estar atentos y centrados plenamente en la sensación elegida. Cuando detectemos que no
estamos haciendo lo que nos habíamos propuesto sino pensando en otra cosa, dirigimos de nuevo tranquilamente nuestra atención hacia la sensación elegida hasta que se acabe el tiempo que habíamos
decidido dedicarle.
Vivimos bombardeados de pensamientos agradables y desagradables y todos y cada uno de ellos influyen en nuestro estado de ánimo. Tener un ratito para "desconectar" y estar presentes, sientiéndonos en el aquí y ahora nos ayuda a disminuir ligeramente la tensión que generan los pensamientos que se disparan automáticamente. La mente no lo puede evitar, está hecha para pensar pero puedes decidir darte un pequeño respiro y volver a la sensación que se tiene de niño, cuando todo deslumbra, intriga e impresiona, explorando sensaciones, sin etiquetas ni programaciones.
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